viernes, 14 de noviembre de 2008

San Francisco de Asis


Nacimiento (enero-febrero 1182)
Francisco nació en Asís, ciudad umbra del centro de Italia, en ausencia del padre, Pedro de Bernardone, rico importador de tejidos franceses de calidad, que luego vendía en los mercados de la región. Su madre, madonna Pica, lo bautizó con el nombre de Juan, pero su padre, al volver, empezó a llamarlo "Francesco" (francés). El mísmo día de su nacimiento un peregrino llamó a la puerta de
su casa y recibió de Pica una generosa limosna. Entonces él, agradecido, bendijo al pequeño, anunciando que sería uno de los hombres más buenos del mundo.
Educación y carácter (1196-1198)
El niño recibió de su madre una buena educación. Fue a la escuela de su parroquia, San Jorge, y a los 14 años empezó a trabajar en
la tienda del padre, demostrando ser un hábil comerciante. El estudio grafológico de su escritura nos revela a un hombre con alma de artista, creativo, voluntarioso, altruista al máximo y con tendencia a imponerse sobre los demás. Los biógrafos lo describen como un joven alegre y expansivo por naturaleza, con talla de líder entre los amigos. Tenía buenos sentimientos y, más que generoso, era derrochador, y muy vanidoso. Le gustaban las canciones de moda y vestir a la última. Él mismo se diseñaba la ropa. La madre, recordando tal vez las palabras del peregrino, salía al paso de los comentarios de las vecinas diciendo: "algún día lo veréis hijo de Dios". Un hombre muy simple de Asís, que al parecer presenció también la escena del peregrino-, a veces extendía la capa a su paso, anunciándole gloria y proezas.

Prisión y enfermedad de un joven soñador (1198-1204)
Asís, perteneciente desde hacía siglos al ducado longobardo de Espoleto, en 1198 pasó a depender del papa Inocencio III, ocasión que los asisanos aprovecharon para proclamar un régimen autónomo, el Comune o Comunidad, destruyendo la fortaleza de la Roca, símbolo del poder imperial, y las casas-torres de los señores feudales, y reconstruyendo de prisa las murallas de la ciudad.

Los nobles que no aceptaron el nuevo régimen tuvieron que emigrar a la cercana Perusa, secular enemiga de Asís. Entre ellos iba la familia de Clara de Favarone, que tenía apenas 8 años, mientras Francisco, con 19, se alistaba en el ejército asisano para defender los límites entre ambas ciudades. En noviembre de 1201 el ejército asisano fue derrotado en Ponte San Giovanni, junto a Collestrada, y Francisco permaneció un año prisionero en Perusa, antes de que un acuerdo de paz le permitiera regresar a su casa. Mas no por eso se desanimaba. A los compañeros de prisión, que le reprochaban su incurable optimismo, les replicaba: "Algún día me veréis honrados por el mundo entero".

Al volver de Perusa cayó gravemente enfermo. Cuando pudo levantarse y dar los primeros pasos con ayuda de un bastón, se asomó con ansia a contemplar la inmensa llanura asisana, pero notó con asombro que las cosas ya no eran como antes. Estaba madurando.

El sueño de las armas y la voz de Espoleto (verano, 1205)
El 15 de junio moria en Salerno el conde Juan de Brienne, luchando por los intereses del Papa y del pequeño emperador Federico II, que su padre Enrique VI había encomendado al pontífice antes de morir. Su lugar fue ocupado por el conde de Lecce Gentil de la Paleara, que combatía en Puglia. Éste buscó enseguida refuerzos en el valle de Espoleto, y un noble de Asís quiso responder con un pequeño contingente, al que Francisco quería agregarse. Convencido de que llegaría a ser un gran príncipe, estaba dispuesto a todo.

Una noche soñó con un palacio lleno de riquezas, armas y trofeos de guerra y una bella esposa. Una voz le decía que todo sería suyo y de su ejército, si luchaba bajo el estandarte de la cruz. Tomándolo como un presagio, contrató un escudero y se encaminó hacia la Puglia, mas, al llegar a Espoleto, la voz le salió al paso de nuevo: "¿A dónde vas, Francisco?", le decía; y él, comprendiendo por fin quién era el que le hablaba, respondió: ¿Señor, qué quieres que haga?". La respuesta fue: "Vuelve a Asís, porque el sueño tienes que interpretarlo de otro modo. Yo te diré lo que tienes que hacer".

Una dulzura interior (verano-otoño, 1205)
Francisco ya no era el mismo. Seguía haciendo vida normal, pero algo lo atraía interiormente. Un día sus amigos lo nombraron, "jefe de cuadrilla". Según costumbre debía pagarles un banquete. Lo nombraban a él casi siempre, porque sabían que no reparaba en gastos. Pero esa noche, cuando, comidos y bebidos, recorrían cantando las calles y plazas de la ciudad, algo lo dejó absorto y clavado en el sitio. Los compañeros. se asustaron al verlo tan inmóvil. Cuando volvió en sí, alguno dijo, bromeando: "¿En qué pensabas Francisco? ¿En casarte?"; a lo que él replicó, con tono misterioso: "Sí, con la mujer más hermosa que os podáis imaginar". Arrebatos de este tipo se le repetirán en más ocasiones.

Interés por los pobres (verano-otoño, 1205)
Francisco, siempre generoso con los pobres, ahora lo era mucho más. Un día despidió de la tienda a un mendigo con malos modos, pero enseguida se dijo: "Si te hubiese pedido algo en nombre de un gran señor se lo habrías dado. ¡Cuánto más deberías darle, si te lo pidió en el nombre del Señor de señores!" Y se comprometió a no negar nunca más una limosna a quien se la pidiera por el amor de Dios. Si no llevaba dinero, les daba el cinto, la gorra o la camisa. En casa, a la hora de comer, cortaba más pan del necesario, con la esperanza de que algún pobre llamara a la puerta para darle un trozo. La madre lo observaba y meditaba en silencio ese cambio tan repentino, sabiendo que antes sólo vivía pendiente de que los amigos vinieran a buscarlo, para irse con ellos. Y no eran sólo los pobres, también le atraía la pobreza. En cierta ocasión peregrinó a Roma y, después de echar una generosa limosna en el cepillo del altar de San Pedro, cambió sus ropas por las de un pordiosero y se puso pedir en francés -que no lo dominaba bien- tal vez para pasar inadvertido.

Busca lugares solitarios para orar (verano-otoño, 1205)
En sus ratos libres se retiraba a orar en lugares solitarios. A veces iba a una cueva o "cripta" que, según la tradición, estaba en las inmediaciones de la iglesia de Santa María la Mayor o del Obispado, no lejos de su casa. Al amigo que lo acompañaba le explicaba, con mucho misterio, que había descubierto un tesoro, en alusión, sin duda, al tesoro escondido del reino por el cual, según la parábola de Jesús, un rico comerciante es capaz de venderlo todo. Allí, en lo secreto, oraba con ansia, pidiendo al Señor le revelase su voluntad, pero también tuvo que hacer frente a sus propios miedos, ya que temía que por ese camino podría terminar igual que una pobre paisana suya, horriblemente deforme. Sería lo peor que podría ocurrirle a un joven como él, sensible, delicado, cuidadoso de su imagen y amante de todo lo bello.

Encuentro con el leproso (otoño, 1205)
Lo que más le repugnaba a Francisco era ver leprosos. No los soportaba ni de lejos; pero un día le reveló el Señor que, si quería conocer su voluntad, tenía que cambiar, hasta el punto que lo amargo se le volviera dulce y lo dulce amargo. Al día siguiente se le cruzó un leproso en el camino, y quiso hacer la prueba: bajó del caballo, le besó la mano y le dio una limosna. Tuvo que hacer un terrible esfuerzo, mas luego experimentó tal dulzura, que desde entonces empezó a frecuentar la leprosería, para dar limosna a los enfermos y curar sus llagas purulentas.

San Damián: "Repara mi Iglesia" (noviembre-diciembre, 1205)
Un día salió a dar un paseo y entró a rezar en la vieja iglesia de San Damián, fuera de Asís. Y, mientras rezaba delante del Crucifijo puesto sobre el altar, tuvo una visión de Cristo crucificado que le traspasó el corazón, hasta el punto de que ya no podía traer a la memoria la pasión del Señor sin que se le saltaran las lágrimas. Y sintió que el Señor le decía: "Francisco, repara mi iglesia; ¿no ves que se hunde?".

El Señor se refería a la Iglesia de los creyentes, amenazada, como siempre, por mil peligros, mas él entendió que se refería a San Damián y, como era rico, pensó que era cuestión de dinero. Se fue a la tienda de su padre, cargó el caballo con las mejores telas y se fue a venderlas al mercado de Foliño. Al regreso entregó el dinero a messer Pedro, el cura de San Damián, más éste no quiso aceptar, temiendo que fuese una burla, y por miedo a sus padres. Entonces Francisco decidió quedarse allí, y reparar él personalmente la iglesia y ayudar a los pobres, según sus planes.

Renuncia a todos sus bienes (invierno, 1205-1206)
La brusca reacción de Pietro Bernardoni al saber lo ocurrido obligó al hijo a permanecer escondido más de un mes en un sótano, atendido en secreto por alguien de su casa. Allí lloraba y rezaba, pidiendo al Señor verse libre de las iras del padre; hasta que, un día, experimentó tal dulzura, que no dudó en salir a la luz y exponerse a las burlas de sus paisanos, que lo tomaban por loco, y a la violenta furia del padre, que lo encerró sin contemplaciones en un cuarto oscuro de su casa. Pero la madre, viendo que nada podía hacer entrar en razón a Francisco, aprovechó una de las ausencias del marido para dejarlo libre. Cuando el padre regresó, viendo que no sólo se mantenía en su propósito, sino que además le hacía frente, lo denunció a los cónsules de la ciudad, con intención de desheredarlo y desterrarlo; mas Francisco se negó a comparecer, alegando su propósito de consagrarse al Señor. Entonces Pedro Bernardoni trasladó la denuncia al obispo y éste citó a ambos a juicio y logró convencer al hijo para que devolviera el dinero, animándolo a comportarse como un hombre y a confiar en el Señor, que ya le daría los medios para reparar la iglesia. Dicho y hecho: Francisco entró en la antecámara del obispo, se quitó toda la ropa, la dobló cuidadosamente y puso encima el dinero; luego salió fuera y, ante el asombro de todos, devolvió todo a su padre, diciendo: "Ya no diré más padre mío Pedro de Bernardone, sino, solamente, Padre nuestro que estás en los cielos".

El obispo, que lo había cubierto inmediatamente con su capa, pues era pleno invierno, trataba de descifrar el significado de todo aquello, que no era sino la consagración improvisada y atípica de un penitente. Poco después le dejaron la túnica corta del hortelano del obispado, y así, desnudo, como explica San Buenaventura, se dispuso a seguir a Cristo pobre y desnudo, en una nueva vida radicalmente distinta a la anterior. El padre se marchó furioso a su casa, dejando al hijo sin nada y a los testigos de la escena indignados y llorando de compasión. No se sabe cuando murió, pero es seguro que fue antes de mayo de 1215, fecha en que al hermano de Francisco, en un acto notarial, lo llaman Ángel "de Pica", y no "de Pedro Bernardoni".

Sai Baba

"Yo he venido a encender la lámpara del Amor en vuestros corazones, para ver que ella brille día a día con más esplendor. No he venido en beneficio de ninguna religión exclusiva. No he venido en ninguna misión de publicidad para cualquier sector o credo o causa; ni he venido a reunir seguidores para doctrina alguna. No tengo planes para atraer discípulos o devotos hacia mi rebaño o hacia algún otro rebaño. He venido a hablarles sobre esta fe unitaria, este principio espiritual, este camino de Amor, esta virtud de Amor, este deber de Amor, esta obligación de Amar."

Sathya Sai Baba
Sathya Sai Baba es un líder espiritual altamente reverenciado y maestro mundial, cuya vida y mensaje están inspirando a millones de personas a través del mundo para que se tornen hacia Dios y para que lleven vidas más llenas de propósito y de moralidad. Sus enseñanzas universales y sin tiempo, unidas a la manera en que él guía su propia vida, están atrayendo a buscadores de la Verdad de todas las religiones del mundo. Sin embargo, él no está buscando iniciar una nueva religión. Ni desea dirigir a sus seguidores a ninguna religión particular. Antes bien, nos urge a continuar en la religión de nuestra elección y/o en la cual nos han educado.

Sathya Sai Baba nació en Puttaparthi, India, un 23 de noviembre de 1926 y declaró públicamente su misión en 1940, a la edad de 14 años. Desde entonces, ha exhibido diariamente en términos prácticos y concretos los más altos ideales de verdad, conducta recta, paz, amor y no violencia. Ha declarado a menudo, "Mi vida es mi mensaje". Cada día, cientos de peregrinos hacen su camino hacia la pequeña aldea en el sur de la India donde se encuentra el ashram (centro espiritual) de Sathya Sai Baba. No sólo provienen de India sino también virtualmente de cada país del mundo. A través de los años, los seguidores se han organizado para fomentar la construcción de una variedad de edificios y comodidades para albergar y recibir al siempre creciente número de visitantes. El nombre del ashram de Sathya Sai Baba es Prasanthi Nilayam, que significa "morada de la paz suprema".

Sathya Sai Baba interactúa con toda la gente en una relación de corazón a corazón. No hay intermediarios entre él y aquellos que anhelan conocer y experimentar a Dios. Cada día durante más de 50 años, Sathya Sai Baba camina entre los peregrinos espirituales que se reúnen alrededor de él en número creciente, y habla con ellos. El ofrece solaz e inspiración a todos los sinceros buscadores de la verdad.

Educación:
Sathya Sai Baba confiere gran importancia a una apropiada educación para los jóvenes. Los padres y líderes de la comunidad son urgidos a preocuparse por las experiencias tanto formales como informales a las cuales sus niños y jóvenes son expuestos.
Ha establecido un sistema educativo modelo, que incluye escuelas primarias, secundarias, y una acreditada universidad con tres campus, que ofrece títulos pre-graduatorios, Maestrías y Doctorados. Los estudiantes no deben pagar por esta educación, y la admisión está abierta a todos, sin importar raza, religión o condición económica.

Además de enfatizar el objetivo de una excelencia académica, el sistema Sathya Sai Baba de "educación integral" está diseñado para fomentar la auto-disciplina y una conducta proclive a lo social. Se requiere a los estudiantes el tomar cursos de moralidad y espiritualidad y dedicar varias horas cada semana a alguna forma de servicio comunitario. Sathya Sai Baba dice que "el fin de la educación es el carácter".

Salud:
Sathya Sai Baba ha construido un hospital ultra-moderno con 300 camas cerca de la universidad y el ashram. Allí se realizan rutinariamente operaciones altamente especializadas, incluyendo aquellas a corazón abierto y transplantes de riñón. El paciente es atendido en forma absolutamente gratuita tanto por los servicios profesionales como hospitalarios. Motivados por el deseo de servir a la humanidad, doctores, enfermeras y trabajadores del hospital prestan un cuidado extraordinario, compasivo y amoroso a todos los pacientes.

Servicio a los necesitados:

Recientemente, Sathya Sai Baba inició un proyecto para proveer un adecuado suministro de agua pura a 1.5 millones de habitantes del Estado de Andra Pradesh (India) que vivían en condiciones de enorme sequía. El Primer Ministro de India viajó a Prashanti Nilayam (el ashram de Sathya Sai Baba) para inaugurar el proyecto. Sathya Sai Baba demuestra que es deber de la sociedad el asegurar que todas las personas tengan acceso a los requerimientos básicos para sustentar la vida humana.
Sathya Sai Baba ha dado su vida, desinteresada y magnánimamente, al servicio de la humanidad.


"Hay una sola religión, la religión del amor;
hay una sola casta, la casta de la humanidad;
hay un solo lenguaje, el lenguaje del corazón;
hay un solo Dios, y es Omnipresente"