jueves, 30 de octubre de 2008

Teresa Neumann

Konnersreuth, 1898 - 1962) Debe su fama a que desde 1928 experimentó en visiones los sufrimientos de Cristo, y mostraba los estigmas de la pasión en su cuerpo. Era hija de padres campesinos, de profundas convicciones cristianas. Terminados sus años de educación básica, a partir de 1912, tuvo que trabajar como empleada en la granja de un vecino.

A lo lejos sonaban sordos cañonazos. Una guerra mordía sobre la campiña extranjera. Los americanos se agrupaban alrededor del lecho sencillo y limpio. Atardecía... Los gallos desgranaban sus roncos cacareos despidiéndose del día. La mujer de 47 años yacía en el catre. Sus ojos hundidos con enormes ojeras. Una mirada de obsesivo misticismo en ellos. -Yo no creo en nada de esto... aquí hay truco. Era un cabo americano pequeño y rubio. No terminaba la frase cuando la mujer daba un nuevo alarido. La sangre brotaba en espesas gotas de su frente. En una línea de puntos rojos. Se abrían heridas en la piel ante los ojos de todos. -No... que me lleven a... - el cabo no sabía qué decir. Estaba más pálido que la mujer. De allí en adelante, durante el resto de la noche, al fragor de los lejanos cañonazos comenzaba uno de los mayores misterios del mundo sobrenatural... el misterio conocido como "Estígmata". La campesina se llamaba Teresa Neumann. Cada jueves por la noche daba ante sus vecinos una exhibición de Estígmata como la que presenciaban los azorados marinos americanos. La villa bavara de Konnersreuth era el lugar en que se revivía la Pasión de Cristo cada semana. Era la primera vez que extranjeros veían el milagro. -Miren... está cayendo en trance susurró uno de ellos. Todos guardaban silencio. De repente alguien comenzó a rezar en voz alta. Muy pronto todos los soldados, hombres que habían peleado y asesinado en nombre de la guerra, rezaban juntos. Una especie de vacío místico en medio de la violencia y la maldad. La sangre fluía de nuevas heridas que se abrían. La piel sencillamente se rajaba. El líquido rojo y espeso brotaba a raudales. Las manos, los pies, el costado; la frente... toda ella era un mar de sangre denso, opaco y continuo. -No llega a mañana por la mañana con ese desangramiento- comentó un médico militar. Todos estuvieron de acuerdo. Ya era noche cerrada. Sus gritos aumentaron. Teresa se revolvía sobre el lecho empapado en la sangre. A cada nuevo grito la sangre fluía con mayor fuerza. Calladas y silenciosas campesinas se ocupaban de limpiar la preciosa sangre a cada cierto tiempo. Para eso colocaban trapos inmaculadamente limpios en contacto con las sabanas. Cuando los trapos se impregnaban del rojo líquido los quitaban guardándolos como si fueran tesoros. -Cada casa en este lugar guarda uno de los trapos ensangrentados como objeto de veneración - explicó el capellán que marchaba con los marinos. Un nuevo aullido de la mujer interrumpió su respuesta. Dos campesinas se acercaron a Teresa consolándola. Las lágrimas se confundían con los hilos de sangre que descendían por sus mejillas hundidas y pálidas como la cera.


No hay respuesta oficial de la iglesia... es... Estígmata- contestaba una mujer. Amanecía... Los soldados, como en estado de trance hipnótico habían pasado la noche contemplando el milagro. Muchos de ellos habían hecho apuestas entre ellos. -No llega a las tres de la madrugada... -No llega a las cinco... Todos los que apostaron sobre esto perdieron su dinero. Con las primeras luces del amanecer Teresa Neumann volvió a ser una mujer normal. Una pobre y harapienta campesina como cualquiera de las que se ven a diario por los campos de Europa. Con los primeros rayos del sol las heridas desaparecieron. Esa es la palabra correcta... desaparecieron. Allí en donde segundos antes había sangre, carne abierta y palpitante sólo quedaba la piel limpia y blanca. La mujer abrió los ojos... sonrió débilmente y elevó la mano haciendo la señal de la cruz sobre los presentes. Todos los soldados, sin excepción, cayeron de rodillas ante lo incomprensible. Incluso las sábanas estaban blancas, completamente limpias. Ni un rastro, ni una gota de sangre en parte alguna. Terminaba el fenómeno de Estígmata. Los soldados americanos eran los primeros en ver el extraño fenómeno. Sin embargo, Teresa Neumann había estado sufriendo del mismo por muchos años... veinte para ser exactos. ¿Cómo era posible semejante afluencia de sangre? ¿Cómo se podía disipar el líquido? ¿Cómo podía perder tan enormes cantidades de sangre sin morir? No hay respuesta médica... no la habrá jamás. Un soldado americano era escéptico. Mientras que Maria estaba en pleno apogeo de su estigmatización se acercó al lecho. Tomando un frasquito recogió directamente las gruesas gotas que escapaban de su frente. Dos días m s tarde tenía la respuesta del laboratorio. Sangre humana. No había dudas. No podía haberlas. Teresa Neumann tiene una historia interesantísima. Nacida en la misma villa en la que vivió toda su vida en la frontera con Checoslovaquia. Jamás salió de allí. Durante la Primera Guerra Mundial, mientras que se encontraba ayudando a varios campesinos amigos en la recogida de la cosecha sufrió una grave y dolorosa lesión en la espina dorsal. Los médicos fueron capaces de aliviar el dolor... pero no de sanarla.


De esta forma Teresa se convirtió en una especie de vegetal humano. Prendida a su silla de ruedas por el resto de la existencia. De allí en adelante su salud comenzó a deteriorarse. No había causa aparente para esta caída física. Sin embargo, las enfermedades hacían presa en Teresa una tras la otra. La parte izquierda del cuerpo se le paralizó. Las piernas perdieron la sensibilidad y el movimiento. Los ojos perdieron la visión. Parálisis, convulsiones, vómitos y ataques espasmódicos constituían la vida de la pobre mujer. Fue entonces que Teresa Neumann decidió rezarle a Santa Teresa de Ávila a fin de que le devolviera la vista.Santa Teresa de Avila vivió en España de 1515 a 1582. Desde muy pequeña sufrió (al igual que Teresa Neumann, de una serie de enfermedades que la mantenían al borde de la tumba) Sin embargo, la futura Santa, contra la voluntad de sus padres ingresó en un convento llamado de la Encarnación y situado en la ciudad de Ávila. Tenía la niña 12 años cuando entró en el convento. Durante los 18 años que sirvió a las órdenes de Dios tras de las impenetrables paredes de su monasterio tuvo varias visiones místicas y religiosas.El Convento de la Encarnación tenía fama en España por la extremada austeridad de su vida. Teresa de Ávila superó esta austeridad. Su vida se convirtió en una simple comunión con Dios. A su muerte dejó una estela de milagros que pronto hicieron que la iglesia Católica la canonizara. La beatificación fu‚ otorgada a Teresa de Ávila el mismo día en que Teresa Neumann rezó por sus ojos. Poco días después la pobre campesina recobraba la vista de un instante al otro. Claro está que atribuyó el milagro a Santa Teresa de Ávila. Dos años más tarde, cuando Santa Teresa alcanzó la canonización Teresa Neumann le rezó nuevamente pidiéndole que le devolviera el uso de sus piernas.
Una semana después la campesina caminaba perfectamente. El resto de sus achaques físicos desaparecieron por igual. Al año siguiente tuvo su primera Estígmata. Se trataba de una copia exacta de las heridas que afligieron a Jesús en la Cruz, Preguntada al respecto ella contestó "La visión de Cristo y su agonía es tan inenarrable que ya no puedo ser como los otros mortales. Me dedicaré a sufrir por él... por lo que sufrió por nosotros" Anuncio Teresa Neumann. Entre sus promesas especificó que "No probaría más alimento sólido en su vida. Su cuerpo material debía mantenerse con cucharadas de agua solamente" Los médicos la previnieron de que era imposible mantener el cuerpo y el alma juntos con semejante dieta. Pero ella aseguró que "Dios la mantendría viva"... y así sucedió. En septiembre de 1927 aumentó aún más la austeridad de su vida. Se negó a tomar las cucharadas de agua. Todo su alimento consistía en la hostia y el vino que tomaba en la consagración una vez a la semana. De allí en adelante, exactamente cada siete días aparecía la Estígmata en Teresa Neumann.
Lo que los soldados americanos habían contemplado era la historia de una manifestación sobrenatural conocida por estigmatización y que tiene 700 años de antigüedad. Las heridas de la estigmatización son semejantes a las de Cristo en la Cruz. La sangre que mana por estas heridas es incorruptible. Puede guardarse en cualquier contenido sin que se eche a perder. En muchos casos (no el de Teresa Neumann) la sangre va acompañada de un delicioso y fuerte perfume conocido como "Pasión por Cristo" Allá por la Edad Media la estigmatización era considerada por la iglesia Católica como algo más cerca del Diablo que de Dios. Cada caso en particular era estudiado. Y generalmente los Inquisidores encontraban "la presencia del Diablo en las personas estigmatizadas" las cuales casi siempre eran mujeres.



El primer caso de Estígmata se remonta al año 1224 y correspondió a San Francisco de Asís. Su visión angelical de un Serafín (Angel con seis pares de alas o grado superior en el orden angélico) hizo que inmediatamente comenzara a sangrar por las heridas del Señor. Desde el caso de San Francisco de Asís hasta el día de hoy más de 300 casos de Estígmata han sido reportados. Dos de ellos tuvieron especial significación para la ciencia.


El de Louise Lateau de Bélgica y Marie Luie Jahenny de Francia. Louise desplegó sus primeras heridas mientras que andaba por la edad de 20 años. El Doctor Geral Molloy quedó asombrado cuando le trajeron a una débil jovencita que sangraba profusamente de sus manos. Una vez examinada el doctor especificó que "no había heridas en las palmas de sus manos. Sin embargo, la piel se veía del color de una herida fresca, tenía la forma de una herida fresca y sangraba como una herida fresca... solo que la sangre surgía por los poros" Los sangramientos continuaron a intervalos regulares. Esto dio como resultado que enorme cantidad de peregrinos, curiosos y todo tipo de personas viajaran desde remotos lugares para ver a la "niña que sangra como Cristo" Un especialista internacional, el doctor Bois Warloment de la Academia Belga de Medicina decidió hacer una prueba final. Mandó a elaborar una especie de mano artificial de cristal que se ajustara perfectamente al de la muchacha. La mano le fué colocada dejando solo el espacio suficiente para que el aire circulara en ella. Poco después la mano de cristal desbordaba sangre por todas partes.

Toda ella era un mar de sangre cuando los padres alarmados llamaron al doctor Lecher. Este se apresuró a asistir junto a la enferma. Traía una cámara fotográfica y dejó constancia de lo sucedido para sus archivos. Después invirtió el proceso haciendo que la chica volviera a la normalidad. De aquella forma científica quedaba demostrado por primera vez, y con pruebas irrefutables que la estigmatización podía ser causada perfectamente por factores mentales e hipnóticos. Sin embargo, cuando los miembros del Colegio Médico Nacional de Alemania se enteraron de lo sucedido se apresuraron a protestar de los métodos empleados por el doctor Lecher. Tan alto y fuerte fue el escándalo que el profesor Lecher se vio obligado a dar marcha atrás. "Lo sucedido en Elizabeth claramente conlleva todos los signos de la llamada estigmatización. Yo simplemente fui el vehículo hipnótico para que estos signos progresaran hacia su estado físico" dijo el médico. Claramente establecía que "los síntomas estaban allí" Pero a los efectos de los detractores la Estigmata había sido producida artificialmente mediante el control hipnótico. Como para corroborar los experimentos de Lecher con Elizabeth, por aquellos días la iglesia Católica hizo la canonización de una conocida estigmatizada que había muerto hacía unos años.


Se trataba de Santa Gemma Galgani (1870 - 1903) Lo principal en este caso es que la "iglesia no hizo la menor alusión a los fenómenos de la Estígmata mientras que explicaba los fenómenos que habían hecho posible la canonización ¿Refutación Eclesiástica de la Estigmata? Sería muy aventurado decirlo. Sin embargo, pudiéramos decir que la actitud de la iglesia era de "espera y observación. Teresa Neumann, la más conocida de las estigmatizadas continuó viviendo a pesar de sus enormes pérdidas de sangre cada semana hasta la avanzada edad de 88 años. Uno de los grandes misterios de Neumann era su supervivencia con aquella terrible pérdida de sangre y su negativa a ingerir alimentos. "Si algún milagro existe en la Estígmata está en el hecho de que esta debía haber muerto en quince días" aseguraron los médicos allegados al caso. Según pasaban los años, se le hacía más difícil a Teresa Neumann el mantener sus rasgos de Estígmata, Ya al final de su vida, sus admiradores se quedaron en muchas ocasiones con los deseos de verla sangrar. El padre Herbert Thurston (católico) escribió un libro sobre la Estígmata. En el mismo se basaba en varios experimentos científicos para achacar lo sucedido a "causas psíquicas" Y como ejemplo clásico colocaba el hecho de que la Neumann al fallarle el control mental con lo avanzado de la edad, perdió en parte la Estígmata. Pero allí queda el doble milagro de su visión recuperada y de su parálisis desaparecida. Doble milagro que fue comprobado y recopilado por un grupo de seleccionados médicos y científicos. ¿Es la Estígmata un milagro? ¿Es la Estígmata una simple sugestión? No podemos saberlo. Aún es muy pronto para conocer los secretos del mundo sobrenatural que nos rodea... y al cual pertenecemos día a día sin darnos cuenta.